viernes, 17 de abril de 2015

Vida de Anaxágoras

ANAXÁGORAS 

Vida:


Nació Anaxágoras en Clazomene, en Asia Menor, hacia el año 500 antes de Cristo, viviendo su juventud en una época, pues, en la que Clazomene había sido sometida al imperio persa, tras la represión de la revuelta Jonia. Posteriormente se trasladó a Atenas, ciudad en la que residiría la mayor parte de su vida, siendo maestro, y posteriormente amigo, de Pericles, entre otros atenienses ilustres. Precisamente esa amistad le supuso ser acusado de impiedad por los enemigos de Pericles y verse obligado a abandonar Atenas, refugiándose en Lámpsaco, una de las colonias de Mileto en Jonia. Diógenes Laercio nos dice, en su Vida de filósofos ilustres, que respecto a su condena hay varias opiniones, pues Soción, en las Sucesiones de los filósofos, dice que Cleón le acusó de impiedad, por haber dicho que el sol es una masa de hierro encendido, pero que lo defendió Pericles, su discípulo, y sólo fue condenado a pagar cinco talentos y salir desterrado. Sátiro escribe sus Vidas que lo acusó Tucídides, por ser éste contrario a las resoluciones de Pericles en la administración de la República. Que no sólo lo acusó de impiedad, sino también de traición, y que ausente, fue condenado a muerte. Habiéndole dado la noticia de su condena y de la muerte de sus hijos, respondió a lo primero que hacía mucho tiempo que la naturaleza había condenado a muerte tanto a sus acusadores como a él. Y a lo segundo, que sabía que los había engendrado mortales. Algunos atribuyen esto a Solón; otros, a Jenofonte.




Anaxágoras, hijo de Hegesibulo, o bien de Eubulo fue natural de Clazomene y discípulo de Anaxímenes. Fue el primero que a la materia hile añadió la mente al principio de sus obras, donde, suave y magníficamente, dice: Todas las cosas estaban juntas; luego sobrevino la mente y las ordenó, y por esta razón se llama mente. Timón dice de él lo mismo en sus Sátiras.
Fue Anaxágoras ilustre, no sólo por su nacimiento y riquezas, sino también por su magnanimidad, pues cedió a los suyos todo su patrimonio. Y como lo notasen de negligente, respondió: Y vosotros. ¿por qué no sois más diligentes? Ausentóse, finalmente, a fin de entregarse a la contemplación de la Naturaleza, despreciando todo cuidado público, de manera que diciéndole uno: ¿Ningún cuidado os queda de la patria?, respondió, señalando al cielo: Yo venero en extremo la patria

  Ideas filósoficas:

Anaxágoras expuso sus doctrinas filosóficas en un libro del que apenas nos han llegado algunos fragmentos. Aristóteles, en la Metafísica, 1, 3, nos dice que Anaxágoras de Clazomene, primogénito de Empédocles, no logró exponer un sistema tan recomendable. Pretende que el número de los principios es infinito. Casi todas las cosas formadas de parte semejantes, no están sujetas, como se ve en el agua y el fuego, a otra producción ni a otra destrucción que la agregación o la separación; en otros términos, no nacen ni perecen, sino que subsisten eternamente. Y más adelante (Metafísica,1,7) nos dice según Anaxágoras, todo está mezclado, excepto la inteligencia; la inteligencia sólo existe pura y sin mezcla. Resulta de aquí, que Anaxágoras admite como principios: primero, la unidad, porque es lo que aparece puro y sin mezcla; y después otro elemento, lo indeterminado antes de toda determinación, antes que haya recibido forma alguna.
Al igual que Empédocles, Anaxágoras se enfrentará al problema de explicar el cambio admitiendo la permanencia del ser, tal como se desprende de los postulados parmenídeos. El ser no puede generarse ni corromperse; no puede haber propiamente hablando nacimiento ni destrucción, sino simplemente mezcla o separación de las cosas que existen. La solución de Anaxágoras será también una solución pluralista, al estilo de la de Empédocles. Pero, a diferencia de éste, en lugar de cuatro elementos afirmará la existencia de un número infinito de ellos, cada uno poseyendo las características del ser parmenídeo es decir, la eternidad, la inmutabilidad.

Estos elementos originarios o "semillas" como le llama Anaxágoras se distinguen unas de otras cualitativamente. La mezcla de estas semillas es lo que constituye los objetos de la experiencia; cuando en un objeto predomina un tipo determinado de semillas le atribuimos al objeto la propiedad de las partículas predominantes, ya que, en los objetos de la experiencia, hay partículas de todas las cosas. Eso explicaría la transformación de unas cosas en otras: si los vegetales que nosotros ingerimos se convierten en carne es preciso que haya carne (partículas o semillas de carne) en dichos vegetales. En ese sentido debería entenderse la afirmación de que hay porciones de todo en todas las cosas. Así, en un trozo de oro hay partículas de todas las demás cosas, pero predominan las partículas de oro, por lo que le llamamos simplemente oro.

¿Cómo se produce esa agregación y esa separación de las semillas? Aquí hace intervenir Anaxágoras un elemento novedoso en la especulación filosófica: el Nous o inteligencia. El movimiento de las partículas o semillas estaría sometido a la inteligencia; sin embargo, el papel de la inteligencia queda reducido al de causa inicial del movimiento que, una vez producido, sigue actuando por sí mismo sometido a causas exclusivamente mecánicas. Las partículas son sometidas por el Nous a un movimiento de torbellino que será la causa de la constitución de todas las cosas tal como nosotros los conocemos.
Este Nous, Mente o inteligencia, es concebido por Anaxágoras como algo infinito y autónomo, y separado de la semillas y de todas las demás cosas que existen, llamándole la más fina y pura de todas las cosas, poseedor de todo el saber sobre cualquier asunto y del mayor poder. También le concibe como ocupando un espacio, por lo que parece que Anaxágoras mantiene una concepción material del Nous o Mente, formado de la materia más pura y más sutil, pero lejos todavía de una concepción inmaterial o incorpórea del ser. No obstante se le considera como el primero que introduce el recurso a un principio espiritual o intelectual, aunque, según las quejas expresadas por Aristóteles en la "Metafísica", haya recurrido a él sólo cuando la explicación por causas materiales le resultaba imposible.






Fragmentos de Anaxágoras

 

Fragmento 1. -Todas las cosas estaban juntas infinitas en número y en pequeñez. Pues lo infinitamente pequeño existía también. Y en tanto las cosas estaban juntas, ninguna podía ser distinguida a causa de su pequeñez. El aire y el éter lo ocupaban todo, siendo ambos infinitos; pues, en todas las cosas, son éstas las que predominan por el número y el volumen.
Fragmento 3.- Ya que, en lo que es pequeño, no hay un último grado de pequeñez, sino que siempre hay algo más pequeño. En efecto, no es posible que lo que es deje de ser, (en cuanto a la división). Igualmente, en relación con lo grande, siempre hay algo más grande y es igual a lo pequeño en cantidad y, por relación a ella misma, cada cosa es a la vez pequeña y grande.
Fragmento 4.- Puesto que es así, tenemos que pensar que, en todos los compuestos, hay partes numerosas y de todas clases, semillas de todas las cosas, presentando formas, colores y sabores de todo tipo. Los hombres se han formado de la reunión de esas partes, así como todos los seres vivos que tienen alma. Esos hombres tienen ciudades en las que viven y campos cultivados como nosotros; tienen el Sol, la Luna y todo el resto como nosotros; la tierra les proporciona recursos numerosos y de todo tipo; y llevan a sus casas, para utilizarlo, lo que resulta más ventajoso para vivir. Mi opinión sobre esta separación es que se produjo no solamente entre nosotros, sino también por todas partes. Ante de esta separación, cuando todas las cosas estaban todavía unidas, ningún color, fue el que fuera, se mostraba. Lo que le impedía percibirlo, era la mezcla de todo, del húmedo con lo seco, de lo caliente y lo frío, de lo luminoso y lo sombrío. Además una gran cantidad de tierra estaba allí contenidas, y semillas en cantidad infinita y si semejanza las unas con las otras. En estas condiciones a que admitir que en el todo todas las cosas coexistían.
Fragmento 6.- Y puesto que hay, en la pluralidad, igualdad en la división de lo grande y lo pequeño, puede haber también de todo en todo. Pero no es posible que algo sea aislado y todas las cosas tienen su parte de todo. Tercer momento en que no puede haber un último grado de pequeñez, las cosas no pueden estar separadas ni venir a la existencia. Es necesario que sean ahora como eran al principio, cuando estaban todas juntas. En todas las cosas hay, pues, pluralidad y, a la vez en la más grande y la más pequeña, igualdad en la pluralidad de cosas separados
Fragmento 12.- Las otras cosas tienen una parte de todo; pero el Nous es infinito, autónomo y no se mezcla con nada; sólo él es sí mismo y por sí mismo, pues, si no fuera por sí mismo y si estuviera mezclado con cualquier otra cosa, participaría de todas las cosas en la medida en que estuviera mezclado con una de ellas. Pues, en todo, hay una parte de todo, como hemos dicho anteriormente. Y lo que estuviera mezclado al Nous le impediría tener poder sobre cada cosa, como lo tiene ahora estando sólo por sí mismo. De todas las cosas es la más ligera y la más pura; posee todo tipo de conocimiento y la fuerza más grande...

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